
Equipo La Química ayer y Hoy: “Es sorprendente cómo los equipos interdisciplinarios sacan tantas buenas ideas”
Reportaje: Verónica Marín / Fotografía: Michael Navarro
Dicen que para cambiar las cosas cada uno debe aportar con su grano de arena, y para cambiar la educación científica chilena, qué mejor que hacerlo desde las mismas aulas y más aún si es en los pasillos de una de las instituciones más importantes del país como lo es la Universidad de Chile.
El Doctor en Química y Profesor Titular Jorge Valenzuela Pedevila, junto a Martín Pérez Comisso, lograron algo de lo que no muchos académicos pueden jactarse: y es que a la primera convocatoria de su curso de formación general (modalidad electiva y transversal), “La Química ayer y hoy”, lograran una inscripción superior a los cien estudiantes.
¿Cuéntennos cómo nace la idea de crear este curso?
En 2011 descubrimos que había muy pocas iniciativas respecto al Año Internacional de la Química en Chile. Entonces nos propusimos acercar la química a otros públicos que no fueran necesariamente científicos, así planteamos un curso universitario de pregrado, de formación general, que acercará la química a un público alejado de ella en su formación profesional. Al mismo tiempo, desarrollamos este curso basados en la experiencia previa del Dr. Valenzuela con el curso de “Historia de la Química”, pero esta vez con un enorme impulso de nuevas tecnologías. La idea, y es lo que hemos hecho, es hacer un curso masivo y dinámico, donde aplicamos formas que hagan participar a los estudiantes, como evaluaciones grupales, mapas conceptuales entre muchas personas, Cafés del Mundo o creativas líneas de tiempo e infografías. Además de la mantención de un blog semanal con preguntas para fortalecer la redacción y capacidad crítica de los estudiantes.
Suena a una muy buena idea, pero me imagino que debe haber tenido diversos tropiezos o les debe haber provocado varios temores en el camino.
El primer miedo fue el de convocatoria. La dinámica en que se oferta el curso es una red de cursos transversales con muchísimos temas y éramos el único en Química y uno de los pocos en Ciencias. Pensamos que nos llegarían muy pocos estudiantes, pero lo positivo fue que nos equivocamos: la primera versión (2011) tuvo 112 inscritos, de los cuales terminaron 93. Este mismo grupo nos puso en una dinámica súper desafiante al haber realizado el curso en plena movilización estudiantil, por lo que aprovechamos nuestros recursos digitales y el entusiasmo para terminarlo en los plazos. Algunos lo botaron, pero la mayoría iba después de las marchas o asambleas a conversar de química y entregar las infografías, lo que demuestra el compromiso de nuestros estudiantes por el aprendizaje. Y como anécdota, uno de nuestros profesores llegaba de las marchas todo mojado a hacer la clase igual; movilizarse y aprender no deben de ser excluyentes. Otro problema, fue la sensación de que las facultades dudaban mucho de la calidad de un curso masivo y de otra disciplina, es como si les es incomodara que los estudiantes aprendan de cosas lejanas a sus futuras profesiones.
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El trabajo en educación de las ciencias es súper intenso, diverso, dinámico y necesario. Hay que lanzarse y probar, como con los experimentos de un laboratorio
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Ya en la ejecución, ¿qué tipo de metodología han debido utilizar que logre encantar y motivar a un grupo tan diverso de estudiantes?
La metodología del curso está centrada en clases activas, con amplios momentos para la reflexión y discusión de tópicos e ideas a través de debates entre los asistentes. Esto va enlazado con trabajos grupales (escritos y gráficos, tanto en papel como en la web) donde un grupo interdisciplinario de alumnos
debe consensuar visiones sobre un tema y en última instancia construir un producto en conjunto. Al final de cada módulo se realiza una sesión que utiliza metodologías grupales y además, se entrega un informe parcial y otro final de los avances de los estudiantes en su aprendizaje para orientar mejor el curso a sus necesidades e intereses personales y/o disciplinares.
En concreto, ¿qué aprenden los estudiantes en su curso?
El curso se estructura en tres módulos. En el primero se abordan las teorías y conceptos desde el descubrimiento del fuego, hasta el control de gases y la teoría del Flogisto con un enorme énfasis en cómo hay elementos del lenguaje y la cultura determinados por el estudio de la materia, por ejemplo, los Alquimistas del pasado y la historia fantástica de Harry Potter y La Piedra Filosofal. Después está el Nacimiento de la Química Moderna, donde nos centramos en personajes, recorremos la historia del Siglo XIX y los principales avances científicos contextualizados en las situaciones culturales. Por último, vemos la Química en el Mundo Contemporáneo, ahí hacemos un análisis de los principales avances, desde el descubrimiento de la Radiactividad por Becquerel, el trabajo de Marie Curie, hasta el impacto de la Química en el siglo XIX comentando los más recientes descubrimientos. Todo eso con énfasis en la construcción de una identidad occidental en la transformación de lo material, los conflictos ambientales, sociales y culturales que ha desarrollado la Química en el Siglo XX y las perspectivas futuras de la “Ciencia Central”.
¿Y cómo ha sido la recepción del resto de la universidad y de otras instituciones afines?
Al principio sólo la Unidad de Pregrado era la que nos apoyaba, pero luego de ir observando los productos e impacto, las Facultades de Odontología y de Economía recibieron muestras de nuestros estudiantes. También pudimos exponer los trabajos en la Feria Científica “Fiesta de la Química” de Explora en Quinta Normal de 2011. Por otro lado, y es lo que nos da mayor satisfacción, es muy intenso poder demostrar que a estudiantes ajenos a la disciplina les importa y valoran la química como para tomar nuestro curso y que finalmente se traduce en que hacen productos muy bien desarrollados. Es sorprendente cómo los equipos interdisciplinarios sacan tantas buenas ideas.
¿Cuál sería la principal lección después de tres años haciendo este curso con una futura versión 2014?
El trabajo en educación de las ciencias es súper intenso, diverso, dinámico y necesario. Hay que lanzarse y probar, como con los experimentos de un laboratorio. Y el no hacerlo solos es muy importante, hay que sumar las distintas experiencias para poder poner en juego nuestros puntos de vista y compartir las visiones para lograr la excelencia en las innovaciones que creamos.
Parte del reportaje No es sólo educar, sino innovar para encantar, publicado en Revista Ciencia Joven Nº3, Especial Educación Científica